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El paisaje imaginado






Manifiesto a la sostenibilidad

¿Y si la sostenibilidad empezara en nuestra forma de hacer la compra?

Desde que salimos de casa hasta que nos dan el ticket tomamos muchas decisiones, y cada una es una acción que tiene su propia consecuencia.

Aunque en los estantes colocados todos los productos parezcan iguales, hay muchos matices que los diferencian. Cosas que podemos ver a simple vista, como su empaquetado, la etiqueta que llevan, los ingredientes que lo componen. Pero también cargan con los procesos que han hecho que lleguen a las tiendas y que no se puede ver a simple vista, el transporte desde el lugar de producción, la energía usada para preparar el producto para el consumo humano, el material empleado para hacer los envases… Y cada uno de los productos que metemos al carrito suponen un impacto ambiental.

Por eso es importante ser consciente de las características de lo que consumimos para elegir los productos con menos impacto.

Este compromiso con el medioambiente es la base de la ecología.
Voy a proponer algunos de los aspectos en que fijarse que a nosotros nos suponen un pequeño esfuerzo pero que a nivel ambiental se traducen en un futuro más seguro y menos contaminado:

• El formato en que compramos los productos para generar menos deshechos:
Cuando tenemos la opción de comprar en grandes formatos siempre se producen muchos menos desechos que cuando compramos en pequeño formato. Además, las veces que tenemos que reponer ese producto se reducen cuando aumentamos nuestras reservas. Como los packs de 8 yogures frente al bote de 1 litro de yogur griego o los botes de champú de 500ml frente a los botes de 1l. • Si compramos productos envasados o a granel: Igual que un formato mayor es más sostenible porque se produce menos plástico, siempre será mejor no producir nada de plástico. A los proveedores les llega el género en envases de mucha capacidad. Como consumidor de productos a granel la cantidad de plástico que has generado con tu compra será mínima.

• Hacer la compra en un supermercado o hacerla en un comercio local para apoyar la economía cercana: Por lo general en el supermercado se venden grandes marcas de grandes proveedores y es más difícil encontrar productos ecológicos que en los pequeños comercios.

• Además de que no es lo mismo comprar una naranja o un aguacate, ambos cultivados en el sur de España: La naranja crece de forma natural en el clima de invierno español. El aguacate necesita una gran cantidad de agua que el suelo español no puede aportar de forma natural, por lo que se usa gran cantidad de agua de reservas hídricas.

• Comprar productos (frutas y verduras) de temporada: Con la globalización nos hemos acostumbrado a tener accesibles todos los productos en cualquier momento del año.
Pero detrás de una fresa en diciembre hay un gran recorrido de importación que supone viajes en barcos y camiones y una amplia huella ecológica.

Para algunos implementar esto en su casa puede ser difícil y estar en contra de su manera de actuar. Otros pocos lo harán casi de manera inconsciente, porque la ecología, además de una manera de actuar, tiene su base en una forma de pensar.


Este pensamiento ecológico en la sociedad en la que vivimos es una idea postiza.
Postiza porque es antinatural, va en contra de los principios consumistas que promueven el estilo de vida al que estamos acostumbrados en este siglo. Desde la manera de alimentarnos hasta nuestra forma de vestir siguiendo modas, de movernos y viajar en vehículos privados, nuestras rutinas, como nos ejercitamos con máquinas en gimnasios en vez de al aire libre… Y nuestra forma de consumir.
Uno de los aspectos que caracteriza nuestra forma de consumo a día de hoy es la inmediatez y la comodidad.

Una sociedad consumista en la que o tienes muy claras tus necesidades y lo que necesitas para cubrirlas o acabas comprando muchos pequeños caprichos inútiles por la facilidad de comprarlos con un click.
Si nos apetece comer fresas en invierno lo hacemos, sin pararnos a pensar si están en temporada, simplemente porque en el super se venden .
Si nos entran ganas de irnos mañana de acampada podemos comprar una tienda de campaña por internet con la garantía de que mañana te va a llegar.

Y debido a las compras por internet y la comodidad de comprar desde tu casa detrás de una pantalla se produce un proceso de desligación hacia los productos que consumimos. Nos dejamos de interesar por los tiempos naturales del crecimiento de la fruta, o la huella ecológica que supone que te lleven la compra hasta la puerta de tu casa en vez de comprarla en la tienda física.
Y el ‘beneficio’ que nos da comprar por internet es mutuo. A nosotros nos es cómodo comprar sin tenernos que mover de casa y recibirlo en la misma puerta. Y a la vez que internet nos ofrece esa comodidad, nosotros le ofrecemos a internet el beneficio de nuestros datos y nuestra atención.
Las redes sociales, los anuncios, las recomendaciones, los black friday, las páginas de bajos precios…
Es un círculo vicioso en el que cuantas más compras por internet más anuncios te atacan y más necesidad de consumir te crean.

La industria textil saca mucho provecho de este sistema de consumo.
Las modas cambian constantemente para que gastes periódicamente dinero en vestirte igual que el resto de la gente.
Las rebajas te presionan a comprar cosas que en condiciones normales no comprarías por el simple hecho de estar rebajadas de precio
Los ‘influencers’ venden el consumismo a sus seguidores
Y en conjunto crean una necesidad colectiva de comprar y consumir para estar siempre al día con las tendencias

Por suerte últimamente se ha puesto de moda la ropa de segunda mano.
Con un plot twist.
Comprar ropa de 2ª mano podría ser una acción promovida por el ecologismo, en la que le das una segunda vida a prendas ya existentes con el fin de evitar los costes medioambientales de una nueva pieza de ropa
Pero comprar ropa de 2ª mano en cantidades masivas por el mero hecho de que es más barato no es ecologismo.
Es consumismo disfrazado de acción social, que las necesidades consumistas a un formato diferente, buscando nuevas formas de seguir comprando.
Y temo que esta ‘moda ecológica’ de la que se aprovecha el sistema capitalista se acabe en el momento en que no haya beneficio económico.

Espero que este pequeño movimiento, aunque sin fundamento real, acabe concienciando a la gente y convirtiéndose en una idea con bases más consolidadas que una moda.
Lo mismo que pasa con la ‘moda ecológica’ ocurre con el movimiento vegano desde mi punto de vista. Un movimiento con un planteamiento muy potente que a la hora de la verdad sus bases no son tan solidas como parecen.


No soy vegana, pero el consumismo a afectado en gran medida mis modelos de alimentación, y por eso voy a aprovechar mi experiencia personal para explicar ese punto de vista
Soy intolerante al gluten y sin duda, lo más difícil para mí no ha sido dejar de comer gluten. Cuando iba al super tenía miles de productos con etiqueta ‘sin gluten’.
Cuando empecé a cambiar mi dieta me preocupé muchísimo por que iba a desayunar. Siempre solía desayunar pan tostado, magdalenas, unas galletas, cereales…

Y la primera compra que hice para mi nueva dieta consiste en una cesta llena de pan sin gluten, madalenas sin gluten, galletas sin gluten, cereales sin gluten…
Lo más difícil fue cambiar la base de mi alimentación. Buscar remplazos al pan es fácil, compras pan sin gluten y así puedes seguir con tu rutina. Modificar tus rutinas, tu concepto de desayuno y cambiar de raíz tus modelos alimentarios para implementar tu condición es lo difícil.
A día de hoy desayuno avena, que es un alimento que en su composición natural no existe el gluten.
Ahora vamos a cambiar la palabra condicional por principios o ideas.

Para ser vegano hace falta modificar rutinas, modernizar el concepto de comida de 3 platos y cambiar de raíz modelos de alimentación para implementar tus principios e ideas.
La decisión de ser vegano de mucha gente se basa en evitar el maltrato animal, otros en el excesivo gasto de cereales y agua para su alimentación o en el metano de las vacas.
Y a la vez que escuchas maravillado ese discurso en pro del ecologismo y en contra del pensamiento normativo encuentras en el super un montón de productos de ‘no carne’ manipulando al consumidor para hacerle creer que ha cambiado su dieta para bien cuando en realidad lo único que ha cambiado es el nombre del producto, no la base de su alimentación ni de los principios que sustentan su forma de consumir.

El consumismo nos facilita que no abandonemos nuestras costumbres y rituales.
Que sigamos comiendo sustitutivos de carne en vez de buscar alternativas a la carne y otros modelos de alimentación.

Desde mi punto de vista el movimiento vegano empieza con una idea flexible y fácil de adaptar a todo aquel que quiera iniciarse en ese cambio
Reducir el consumo de la carne, no sustituyéndola por algo parecido.
Porque el ecologismo y todas las decisiones que tengan que ver con ella se basan en generar cambios de fondo, no de forma.
Cambios en la conducta, en el comportamiento y en las ideas
Ese es uno de los principales planteamientos de la construcción ecológica
Mientras muchos de los nuevos descubrimientos se han basado en buscar diferentes combustibles que produce en más calor al quemarlos para compensar las paredes de cristal de Mies Van Der Rohe, la arquitectura ecológica ha buscado su motivación en sistemas de aislamiento más potentes, energías alternativas y formas nuevas de construir.

El único problema que yo veo a la ecología es que a veces no está hecha para todo el mundo, o a lo mejor el mundo no está preparada para ella.
Siendo estudiante se puede empezar comprando una bolsa de tela para hacer la compra e introducirse en el ecologismo a pequeña escala. Pero a veces a la hora de tomar decisiones más grandes influye el presupuesto, pues es más barato comprar en el supermercado bananas que en una frutería local plátanos de canarias.

Una persona que vive sola puede priorizar comprar en pequeños envases para no tirar comida a comprar los grandes formatos que producen menos plástico.

Además, a pesar de que la ecología es un sistema económico muy eficiente y que supone muy pocos gastos, estos resultados llegan a largo plazo.

Con lo cual requieren una inversión inicial con recompensas a largo plazo que, acostumbrados a tenerlo todo de inmediato, pueden ser poco atractivas para alguien que no está del todo convencido no concienciado en este tema.

Ahora que el ecologismo se ha puesto en boca del todo el mundo las marcas grandes de ropa venden entre sus misceláneos cantimploras eco-friendly.
Como si fuera una moda, una manera más de atraer clientes mientras se pueda rentabilizar.
Y temo que, igual que vino, se vaya.


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